sábado, 15 de noviembre de 2008

PUBLICACIONES SUELTAS



ESTÉTICA PARA UN VIAJE A LOS SENDEROS DE ABYA YALA

Según Walter Ong [1], los residuos orales no son otra cosa que las huellas de la oralidad primaria en el texto literario. Implícito de la plasticidad cultural a que alude Encuentros en los senderos de Abya Yala; pensamiento milenario que evoca y hace vigente Miguelángel López Hernández (Malohe), también conocido como Vito Apüshana, autor de la obra ganadora en el año 2000 del premio Casa de las Américas, de Cuba, en la modalidad de Poesía.

Los patrones acústicos, semánticos y gramaticales son elementos importantes en el clima de la creación artística. Y en este poemario hay una alta carga semiótica: El contacto entre los hablantes, el uso de elementos formularios, las fórmulas (recursos de la memoria), las metáforas, son argumentos en vía de comunicación en que el código preferente es la lengua y el lenguaje poético en el contexto de campos de alusiones narrativas (testimonios, relatos, mitos, leyendas, costumbres y tradiciones). La obra, entonces, emerge en presencia de un “auditorio”, soportada en instrumentos provistos por la tradición (la Luz de la hoguera, el Jaguar, la Serpiente, la Hormiga, el Maíz, el Chocolate, el Cactus, Wanülü, Pülowi).

Aquí descansa la validez estética de Encuentros en los senderos de Abya Yala; traducir las imágenes en poemas favoreciendo aspectos de la lengua y el contexto social, mostrando los momentos claves (mitos de pasajes, ceremonias, celebraciones y rituales colectivos) en la afirmación de identidades sociales y el ejercicio del poder social. Tal lo expresa “Al Pie del Fogón”; un amplio panorama de la cotidianidad, donde las voces, los escenarios, las faenas diarias y la presencia de los espíritus pasados dan unidad al grupo que resuelve su asombro ante la vida.

Al pie del fogón (2)

Al pie del fogón el mundo se recrea…
leves voces salen a contarlo,
a describir sus formas y sus pálpitos a través del día.
La voz del pequeño Trayen cuenta
que el sendero de los Coigüe parecía
un nuevo camino, pues, había descubierto
las luces del adiós del sol anaranjeando los troncos.
La voz de la bella Copihue narra
de los cuatro huevos de ganso que recogió
cerca de los caballos, mientras espantaba
a dos lagartijas pardas
La voz de Choeque, el pastor, nos dibuja
el cruce del río de sus ovejas,
de los pastizales de Rincón Hondo y Voipire,
del hambre mitigado por un pan de ázimo…
Y cada uno cuenta la vida en el día recién ido…
la voz de Lucecita se asoma para decir nada,
pues, ella vivió el día sonriendo entre los faldones de su madre.
El anciano Tapeimal desnuda su historia con su mirada
en las estrellas de la Cruz del Sur,
surgen algunos cantos y se despierta la música de Trompe y la Trutuka.
La voz de Lorenzo, entonces, se interna
en los viejos relatos de las “Lecturas Araucanas”, en donde hablan de caballos
pillañ, de gallos karekare y brindan chicha mareupu.
Y la madre, del prendedor plateado, se duerme asegurando
que las fuerzas del equilibrio, incansables, continúan criándolos [2].

La lectura en voz alta, entonces, devuelve a la poesía su corporeidad sonora, lo que tiene un fuerte vínculo con la dimensión oral del lenguaje. Por ello es un texto plural Encuentros en los Senderos de Abya Yala, donde el intercambio social constituye su situación generativa (en torno al fogón, en el entierro-desentierro, en los bailes…) dejando campo para la expresión artística. Momentos en los cuales se suceden rituales de incorporación y bendición y se conforman “los círculos”, cercanos de jerarquías, donde los presentes juegan distintos papeles.

Es un texto plural, cuyo medio expresivo alude a muchas vías de comunicación y donde las imágenes mentales no solo están constituidas por los sentidos sino también por el sonido, presencia viva, para las culturas orales. Donde la epifanía proveniente de las dialogías devuelve al lector la voz de sus hablantes. El canto del viaje, ell estado de ánimo, las sensaciones y formas de percibir la realidad, el traslado del tiempo (siempre en presente en la lectura) sirven para acercarnos a la “realidad orgánica” de la poesía oral y la oral literatura.

“El cosmos es un evento en curso con el hombre al centro”, al decir de Ong. Así, las relaciones sociales son diálogos de orígenes y cantos primitivos; alusión mítica, imaginería del sueño, tal se evidencia en el poema que se anuncia.

Recolección de las hormigas (2)

Hormigas… y los siglos:
¡Los Mochicas se fueron tras los cantos de las ballenas!
¡Perseguimos el destino del caballo de las estepas!
¡Hogueras rogativas para los Kofanes del Putumayo!
Alpargatas de Timoleón García abandonadas en los surcos.
Las hormigas descubren el origen de los Nazcas
en las pinzas de una araña muerta.
Humus… sobre el viejo tronco esperan la canción y la noche
Hormigas en los tallos de la berenjena… hacia los pétalos de la alcachofa.
Tomates fritos cerca del deseo.
Palpitaciones de algo que se aproxima
Círculo para inventar cuentos contra el temor:
“había una vez… una remembranza de lo por venir”.
Poner en las axilas las Piedras Percutidas del primer poblador de los campales de Canaima
Hormigas transportando partículas del sueño de un mono aullador
Un pájaro premonitorio grita en la hornacina de la anciana Masse:
“Panecillos rescatados en el precipicio del hambre”
En el cerro de Auyán Tepui las hormigas humedecen los ombligos de las mujeres señoritas
¡eh!, Timoleón, antes de morir, levanta una historia contada por un niño,
Metamorfosis del lucero matutino en la mirada de una mujer en efluvios.
Las hormigas raptan la lógica de los soñadores de paraísos… y escuchan el estruendo
del rocee de dos hojas secas de Arrayán.
En la matriz de la tierra continúa, en secreto, un incandescente romance,
Salvos: así se ven los durmientes del monte fecundo de Roraima [3].

A través de este poema, la representación simbólica de animales como la hormiga y la araña, y su relación con los alimentos, con la vida humana de los pueblos Mochicas, Kofanes, Nazcas, su organización social y su cercanía con el conocimiento, la sabiduría y la vida en comunidad, son una suerte de filogenética cultural que da cuenta de la coincidencia con las antiguas civilizaciones egipcia, china y maya. De igual manera, con las culturas mesoamericanas, donde los animales podían ser utilizados como adornos, en sacrificios rituales o como alimentos (langostas y hormigas). Mientras, para los Egipcios, la hormiga era símbolo del iniciado que llega al conocimiento de lo que los sacerdotes esconden al vulgo.

Recolección de las hormigas… El hombre con los ojos en la espalda reconociendo sus huellas. El hombre tras su destino. El hombre en la matriz de la tierra en incandescente romance.
La intertextualidad es eco de la sabiduría ancestral en las comunidades indígenas invocadas por López-Hernández. La Araucana y El Yurupari interpelan al lector.

Con palabras que no son simples etiquetas del discurso, el autor excede lo vernáculo apoyado en la gama de lenguas de los grupos amerindios: Mapuche, Wayúu, Kogui, Alwaka, Quichua, Atuntaqui, Nahua. Las comunidades todas de América instalan su residencia en los senderos inscritos por Malohe, retratos de viaje para una tierra en plena madurez, donde “el único criterio estético que acepta la obra literaria es el íntimamente ligado a las emociones humanas” [4].

Notas:
[1] ONG, Walter J., Oralidad y Escritura: Tecnologías de la palabra, Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 1994.
[2] Miguelángel. Malohe. Encuentros en los senderos de Abya Yala. Quito, Ediciones Abya Yala, 2004, p. 25.
[3] LÓPEZ HERNÁNDEZ, Miguel Ángel, op. cit., p. 83
[4] XINGJIAN GAO. La razón de ser de la literatura: Discurso al recibir el premio Nobel de Literatura, 2000.
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© Betsy Barros Núñez
LA CASA DE ASTERIÓN
Ensayo
ISSN: 0124 - 9282


LA POESÍA COLOMBIANA DEL SIGLO XX DE ESPALDAS A LA VIOLENCIA


Por: Betsy Yaneth Barros Núñez

Para dar revista a un período de nuestra historia quiero abordar un tema en el cual más que la presencia de mi propia subjetividad harán eco las voces de dos ponentes importantes del escenario literario colombiano: Eduardo Gómez y Andrés Holguín. Entremos pues, en materia.

Resulta inadmisible que en un país históricamente azotado por la violencia, géneros como la narrativa hayan abordado esta problemática siendo casi una excepción el de la Poesía; donde se distinguen muy pocos autores y poquísimas obras que denoten esta realidad.

De las razones que inducen a esta actitud se identifican básicamente tres:

1. La influencia ejercida por algunos países a través de sus ideologías políticas, movimientos y corrientes literarias y culturales.
2. Presión-reacción ante la crítica y censura.
3. Presencia de Subjetivismo en el poeta y su poesía.

De la primera razón se desprende la pérdida de identidad Poética en el contexto social y político nacional.

Básicamente, los contenidos de la Poesía Colombiana radican en lo personal y el paisaje. Parece ser más importante para el poeta, expulsar demonios y fantasmas, librar batallas espirituales y sentimentales, que exponer situaciones generales y ser reflejo de circunstancias vividas. O tal vez, quiere evadirse y sumir a sus lectores en un mundo menos cruento e injusto, consignando a la poesía su función estética; relegando el rol social, crítico y reflexivo.

No tiene la Colombia del siglo XX una identidad poética. Y esto se fundamenta en los siguientes hechos:
La poesía prescinde de la historia.

1. El desapego, la ignorancia y el desinterés son sentimientos traducidos de la lejanía.
2. El poeta no ha sido él y su circunstancia.
3. La influencia ejercida por las distintas corrientes literarias.

El Romanticismo (1830) con su intimismo y estilo psicológico y sentimental, sumió a la poesía y a los poetas en una actitud absentista, soñadora e introspectiva. El Parnasianismo (1860) otorgó a la poesía una tendencia decorativa y fantasiosa donde los temas mitológicos, legendarios y exóticos le caracterizan. Luego el simbolismo (1880), con su espíritu cientificista (arte por arte), la pureza expresiva, las imágenes sutiles, impuso la poesía hecha de sugerencias. Y, posteriormente el modernismo (1890), conjunción de los dos anteriores, prevaleció con sus adornos expresivos y sus rimas sonoras promoviendo un drama interior que emerge hasta el poema.

Así, grupos como Piedra y Cielo (1935) en el que se destacan Eduardo Carranza, Darío Samper y Arturo Camacho, influenciados por la poesía Española (que respondía a la poesía de los siglos XVI y XVII) y latinoamericana, a la usanza romántica, por ejemplo, degeneraron en una abstracción del poeta de su mundo real, llevándole a la ensoñación y el desborde de imaginación hacia lo universal, camino al que se debía llegar por la idealización.

Igual los de "Cántico" (iniciado por Jaime Ibáñez en 1944, cuyos mejores representantes fueron Fernando Charry Lara, Andrés Holguín), impregnados de las ideas seculares y los lujos de una civilización contemporánea.

Por su parte, la generación de poetas que se agruparon en "Mito" (1949), entre los que se cuentan Jorge Gaitán Durán y Eduardo Cote Lamus, parecían tener una obsesión por la muerte como parte del destino o sino del hombre. (Hecho quizá influenciado por el periodo de violencia que sobrevino a partir de la muerte del líder político Jorge Eliecer Gaitán). Empero esta generación de poetas no aborda la muerte en la poesía desde una connotación política o social, más bien existencial.

De la segunda razón se anota:

1. Legado Hispánico: religiosidad tradicional, intereses colectivos ajenos a la realidad nacional.
2. La poesía adquiere el valor de mercancía.
3. Miedo a la muerte.
4. Amedrentamiento del pensamiento crítico y el arte crítico por parte de los editores.

Nuestro legado hispánico contribuye a distanciar la poesía de la crítica y a exponer la violencia como centro de estudio. La religiosidad tradicional y la concepción de dioses propios de un círculo ajeno a los intereses colectivos e inmersos en sus particulares urgencias, demandas y necesidades hacen de los poetas oferentes de fantasías y sueños en un país que se ha debatido y debate en el horror y la realidad de sus mejores pesadillas. El compromiso del poeta es delegado al fotógrafo o al pintor cuando se tiene miedo a la muerte y se quiere vivir de la poesía como una mercancía o un producto más.

A todo esto, Eduardo Gómez aporta luces cuando afirma: "Son los mismos editores colombianos en su mayoría, los que dificultan y disuaden o amedrentan el pensamiento critico y el arte crítico, apelando a medios como la complicidad del silencio, el marginamiento y la persecución solapada y hasta la agresión personal o de palabra. La violencia que emana de esas relaciones personalmente competitivas (a más de los factores ya enunciados) los ha llevado a perseguir la crítica como una actividad a la que se acusa de provenir de bajas pasiones y que es, en todo caso, contraria a los ideales estéticos de "Pureza". En esa persecución a la crítica, por parte del mismo mundillo literario, está implícita (y muchas veces explícita) una cierta exaltación de la ignorancia y de la sensibilidad en bruto como fuente que es más frecuente entre ciertos poetas adalides del formalismo y de una concepción subjetivista y delirante.

Ese mismo criterio que niega las posibilidades de enriquecimiento de la sensibilidad, provenientes del estudio reflexivo de nuestra realidad a la luz de la historia, la filosofía, el psicoanálisis y la psicología política, y que fetichiza el lenguaje y las sensaciones subjetivas, es el que ha impedido a muchos escritores y poetas la creación de obras que enriquezcan mediante un estudio del contexto social y político en el que se debate el pueblo Colombiano, lo mismo que de los conflictos específicos de sus sectores más aptos para una lucha liberadora, debido a las características de ese conflicto." (Reflexiones y Esbozo; Poesía, teatro y crítica en Colombia, Colección Literaria, Vol. 39, Fundación Simón y Lola Guberek, Santafé de Bogotá, 1991, p.208-210)

Las persecuciones (producto de un país violento), el temor a las represiones y la censura, el veto (secuela del mercado de intereses que se mueven en el mundo literario y en una sociedad corrompida), el ánimo de algunos poetas y escritores de prevalecer en el medio literario y el subjetivismo que identifica la poesía como arte son razones del porqué no se tiene una poesía de la violencia o del por qué en la poesía no se abordan temas atinentes a la realidad de la sociedad y sus problemas inherentes, que de alguna manera estructuren la historia de Colombia a partir de la literatura, especialmente ésta; llamada a despertar la conciencia.

La libertad es un requisito imprescindible en el arte de la poesía. Cuando se empiezan a poner trabas y limitantes al ejercicio poético, coartando o restringiendo temas, cuestionamientos la actividad crítica a partir del poema se está matando al poeta. Que la poesía sugiera, prescinda de ideas, parece ser la meta, especialmente en el siglo a que nos referimos. Y como la censura y la violencia no son novedades en Colombia los poetas se han mantenido obedientemente alejados del tema.

Si bien algunos —poetas y novelistas— comprometen sus escritos a exponer y fotografiar los pliegues de la violencia en su extensa reproducción de miseria, hacinamiento, represiones, luchas y protestas, son pocos, —sobre todo en la poesía— las obras completas sobre este drama del país. Hecho curioso, especialmente al ubicar dentro del contexto histórico los estados de inminencia de guerra civil como la muerte de Jorge Eliecer Gaitán para 1948. Andrés Holguín en sus investigaciones y estudios reconoce los trabajos de Darío Samper (poesía política), Luis Vidales (Surrealista) y leves toques en las obras de Gómez (citado), Cote Lamus (Tradicionalista, del grupo Mito), Gaitán Durán (tendencia revolucionaria, Grupo Mito) y algunos poetas nadaístas. Es de mencionarse también a Carlos Castro Saavedra, conocido como el poeta de la violencia.

La responsabilidad social es la luz que refleja la integridad de la realización estética de algunos escritores y poetas, llevándolos a someter el temor de las implicaciones sociales, ante el imperativo de la objetividad, en un país donde la violencia estructural y sus variantes bifurcaciones toca hondo y la capa cada vez más densa de olvido, desinterés y desamor que traduce el miedo le condena a alturas abisales.

La Tercera razón; pasa a ser una resultante de las dos anteriores. Andrés Holguín (Poeta del Grupo Cántico) anota: "...Nuestra poesía ha sido creada al margen de la historia y de ahí que los problemas colectivos —incluso los coetáneos al poeta—como las guerras, violencia, miseria o el hambre, no aparecen suficientemente reflejados, transmitidos, vivenciados en sus poemas.

No se puede hablar de una verdadera Poesía Colombiana, dado que cuando el poeta abandona su temática personal, su obra queda más referida al paisaje que a sus gentes (caso José Eustasio Rivera). En suma el poeta Colombiano no ha sido en general "él y su circunstancia". De ahí la dificultad de una verdadera "Poesía Colombiana" (Antología Crítica de la Poesía Colombiana (1874-1974), Tomo II, p.342)

El poeta absentista, se refugia en su interioridad en la cual sólo es atacado por fantasmas y demonios conocidos y a los cuales vencerá vistiendo la armadura sagrada.

Sigue diciendo Holguín: "El poeta Colombiano se ha vuelto sobre sí mismo —es su actitud habitual— y, a través de su interioridad muy rica, con una sensibilidad agudísima y una visión muy personal de hombre y mundo, nos ha entregado una intensa poesía lírica, subjetiva, emotiva, obsérvese cómo si la tierra y la historia están ausentes —con pocas excepciones— no hallándose por tanto expresiones épicas de importancia, la mayor parte de la poesía es de tendencia íntima: la que el poeta crea para decir su amor, su melancolía, su soledad o su deseo, o para la muerte y el tiempo, le angustian, en lo más recóndito de su ser. Los poetas colombianos nos han escrito más sobre ellos mismos que sobre la naturaleza, la historia o "el otro. Ese intenso subjetivismo es —nos parece— su nota distintiva." Ibidem, p.343)

Esa larga sombra del sometimiento, de la dependencia y la indiferencia; caminos de huellas ajenas, es un retrato fiel de la historia de Colombia. Y es la historia quien señala asimismo el compromiso del poeta. ▀

© Betsy Barros Núñez
MEDIAISLA, RESUMEN 1096
Ensayo
OCTUBRE DE 2007


LAS RELACIONES DE PODER EN LA LECTURA

Los modos de lectura y escritura permiten un enfrentamiento entre el lector y el objeto de lectura. Un dispositivo y los contenidos o conocimientos que en este confluyen.

El libro, el texto está sometido a un conjunto multilineal. Líneas de visibilidad, de enunciación, de fuerza, de subjetivación, líneas de ruptura, de fisura, que atraviesan el dispositivo y le identifican como elemento político en la construcción de saberes.

Los modos de lectura diferencian tipos de interés del lector: leer por entretenimiento, por placer, por obligación, por técnica. Igual escribir a través del dictado, escribir para recordar, escribir para reproducir, escribir para re-crear, responden a modos de lectura y escritura distintos.

Toda lectura remite a un poder de indagación, investigación, inspección. En este punto la profundización, los logros, se entrecruzan con variables como la intuición, sagacidad y la formación del lector, lo que en últimas reportará valor agregado al “proceso de leer” y “escribir”. En tanto son las habilidades del lector, su recursividad, su agudeza frente al “problema”, frente al “sujeto investigado”, lo que reportará ganancias o pérdidas al ejercicio.

Toda lectura es un acto de violencia-dice Nietzche-. Todo lector en consonancia es un depredador o un cazador de ideas que debe orientar su experiencia o el camino a su construcción en tanto la desmitificación, el reconocimiento pleno de verdades sujeto al relativismo, al poder y la sabiduría de sus limitaciones cognitivas, a las restricciones de su propio campo de acción y experimentación, al terreno de la validación de filosofías e ideologías que amplíen el marco de su conocimiento. Garantías y derechos que también lo arrastra a la búsqueda de sentido. Leer un libro es algo más que, “reconstruir el tejido de la piel de su gestor y las huellas que lo hicieron posible” (Witman).

En cuanto a la alfabetización académica, no es fin de los procesos de lectura, del hecho lector. Tal vez, punto medio del aprendizaje, conciencia manifiesta de modos de leer y escribir. El verdadero compromiso de la enseñanza ha de radicar pues, en ella: En la orientación hacia la práctica discursiva y de pensamiento. De gran manera en el contexto universitario, donde se parte de una premisa errónea: El estudiante domina o por lo menos está en capacidad de hacer uso de un vocabulario del discurso académico, y la realidad da cuenta de la incompetencia lexical en gran número de esta población.

La lectura y la escritura son producto del intelecto, por tanto entrañan un complejo entramado de relaciones, una maraña de acciones y reacciones.
La teoría de la recepción entroniza la figura del lector como aquel que otorga vida al libro, al texto, al escrito. Leer a la luz de un problema es pues, leer en un campo de batalla, abierto por una escritura y por una investigación. (Estanislao Zuleta; Sobre la lectura). Donde el problema constituye una sospecha y una esperanza.

Siendo así, toda lectura vivifica un sometimiento bajo el peso de la crítica a un autor y sus ideas, dado la subjetividad del lector y su capacidad antagónica o aceptataria del texto.

Aplican entonces las fuerzas de poder. O tal las fuerza políticas subyacentes en la lectura. ¿Quién es el objeto o sujeto de poder en este caso?, ¿Quién ejerce el poder, quien está bajo el influjo de éste?, ¿El libro, el lector o el autor?, ¿Quién es quién ante el objeto leído o sujeto de lectura?. El autor acomete con un régimen de poder, pero el lector ¿cede ante esta línea de fuerza o está llamado a fracturar el sistema de normas impuestas?, ¿Está el lector en condiciones de atentar contra el poder, fisurar, intervenir el dispositivo (lectura-libro) en el espeso bosque de ideas y en la complejidad del esfuerzo que implica?.

“…Obviamente la puesta en escena de las relaciones de poder no excluye el uso de la violencia como tampoco la obtención del consentimiento, no hay duda que el ejercicio del poder no puede existir sin el uno u otro, sino a menudo con la presencia de ambos. (…) En sí mismo el ejercicio del poder no es violencia, tampoco es consentimiento, que implícitamente es renovable. Es una estructura total de acciones traídas para alimentar posibles acciones; él incita, induce, seduce, hace más fácil o más difícil, en el extremo, el constriñe o prohíbe absolutamente; es a pesar de todo siempre, una forma de actuar sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de sus actuaciones o de su capacidad de actuación” (Michel Foucault; el sujeto y el poder)

Nos ratificamos; la lectura exige un lector capaz y competente para violentar el texto, para acometer el poder que lo denuncia, para someter el régimen de ideas que preconiza, para aceptar o rechazar la relación de fuerzas que representa. Sucumbir o salvar la lucha. Armarse de estrategias militares es la consigna del buen lector.

Todo dispositivo así como implica líneas, comprende también curvas y verdades: Verdades de enunciación, verdades de luz y de visibilidad, de fuerza y subjetivación. La verdad es la realización de las líneas que constituyen el dispositivo. Ante un buen lector ya no hay universales. Sólo líneas de variación, fracturas para nuevas verdades.

El poder es un fenómeno central de la historia de todas las sociedades al que no puede escapar el acto de leer. Bien, el lector ha de resguardarse para no caer ante el peso de su propio poderío. ▀

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PERIODICO CULTURAL POESÍA VIVA
No. 4 AÑO 2007

miércoles, 14 de mayo de 2008

DEL POEMARIO "EL ÚLTIMO VALS"

MOMENTOS

Seres ajenos a nosotros mismos.

Procurando un vals último
le hacemos el juego a la vida;
ancha de formas
voraz como la palabra

En ocasiones
la algazara de fin de año
o el silente enero, complejo de brisas
da igual

Mas hay un momento del día
en que todo se olvida
pareciera un año nuevo.


OTRO OCTUBRE QUE SE MUERE DE PRISA


Innegable es la necesidad de negarnos.
Como seres a oscuras caminamos
sobre los bordes de ligeras hojas
buscando en intersticios una luz que se escabulle
-espasmódica y fuerte como el viento
que antecede una tempestad-

Es otro Octubre que se muere de prisa.

Un Dios bueno nos llama desde lejos
quiere redimirnos
sin ser más que columnas de barro
anegadas por la lluvia.


FRENTE AL ESPEJO

Lo que devuelve el espejo
no es la imagen de sí mismo.
Es un aire de suicida presencia
-casi siempre otro-

Lo que devuelve el espejo
no es la imagen de sí mismo.
Es esa nota última:
Un rosario a medio acabar.



BAJO MI NOMBRE

Probablemente cambiaré de sitio.
La aldea que me corresponda no sabrá que existo.
Que existo bajo mi nombre.

Hora desconocida que me recupera.

Insegura, dúbita en plenitud
como oleaje en sus profundidades
Entraré y cerraré la puerta.

He venido para quedarme.



TODO LO QUE SUBE, BAJA

Caigo de noche en noche
sin nada que detenga mi caída.

Ajena del aire
caigo al asilo de las sombras

La tierra reclama su distancia.

Díficil no entender
que todo lo que sube, baja.





sábado, 5 de abril de 2008



Dibujo. Autorìa de Hèctor Monsalve

DEL POEMARIO "EN CUALQUIER PARTE"

AGUAS DEL RÌO

Toda ciudad es un rìo detenido
con sus memorias de barro
y sus pies hechos de agua

Cuàntas historias sin esquinas
Cuàntas playas naufragando en el vacìo

-Quièn diera cuenta de sus mareas
de sus olas subterràneas
de sus cimientos de hielo...-

Toda ciudad es un rìo detenido

Ciudad sumergida en sus abismos
Colgadura de hombres
Iceberg de arenas remotas

Las aguas de mi rìo nunca vuelven
Las aguas de mi rìo son el tiempo


HUELLAS DEL AGUA

Crujen los maderos
bajo el peso de los años
El muelle incòlume levanta bandera
No importa cuàntos se han ido
el olor del patio es un tatuaje recordado
la casa de barro y bahareque
la esencia de la acacia
y las imàgenes de antaño

Para què hablar de ausencias
si las naves que partieron
olvidaron el regreso
mas el camino allanado los traerà de vuelta
mas la huella del agua
dejarà impresa en la memoria
cada màgico atardecer.


EN CUALQUIER PARTE

Un perro callejero, un gato, un grito
Lo demàs silencio
El grito atrapa al perro y el perro al gato
Lo demàs silencio.

DEL POEMARIO "ESTACIÒN DE TIEMPOS"

LA CERCA



Còmo escapar de las esquinas


si el espacio es una cerca


de rutas conocidas?




Todo se repite


en esta casa de espejos viejos


en que los fantasmas se refugian.





DESHABITADA


No hay espacio disponible

para el hombre

entre tantos hombres



Los colores se confunden


en las aceras


vestidas de baratijas


y la pobreza esconde


su rostro avergonzada




-...Cualquiera dirìa que Taiwàn trasladò


sus puertos a este pequeño fuerte del Caribe...-



Las pieles calientan


y las voces esfuman su humedad


en el aire tumultuoso de diciembre



Me miro en el espejo de estas calles


descubrièndome forànea


en su olor confuso



...No hay espacio disponible


para el hombre


entre tantos hombres.




ESTACIÒN DE TIEMPOS


Parece que el tiempo


se hubiere estacionado


y sin embargo...


velozmente se desdibuja



Sin ser mayor que ayer


vuelve haciendo sombras


de la oscuridad



¡Estaciòn de tiempos


el silencio que te habita


esconde su aliento!



Y la vida...


sueño de vencidos


que ahogas en tus piernas.
























imagen 2014

imagen 2014
2014

GALERIA DE DIBUJOS

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Jaidith Soto

Rodolfo Lara

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