martes, 31 de mayo de 2011

COMPRESIÓN E INTERPRETACIÓN: UN JUEGO DEL LENGUAJE

Por: Betsy Barros Núñez

Si se parte de la premisa que “Leer bien es comprender lo leído”, en qué momento se suceden evidencias de lo comprendido, cuándo se entiende, cuándo se interpreta. O qué se entiende, sobre qué, qué es lo que se interpreta.

Hay una tendencia enfática a evaluar la comprensión lectora y siempre en la medida del texto mismo, de sus implicitudes o valor explícito. La comprensión demanda un poder de uso. La comprensión es utilitaria, en cierto sentido, al solicitar del lector ser apto para generar otros saberes.“Comprender es poder usar, poder “servirse de”, o bien efectuar la actuación o comportamiento lingüístico distintivo” (ALBANO, Sergio; Wittgenstein y el lenguaje, 2006, P. 79). La comprensión, luego, se extiende más allá de lo que se dice en la lectura, su valor radica en saber usar las palabras, darles significado y sentido a lo leído o escuchado.

¿Se puede enseñar a comprender?, ¿cómo transferir o facilitar el conocimiento?, ¿cuáles son los enlaces requeridos, las cadenas de mando, las instrucciones a seguir para ello? El juego del lenguaje está sujeto a reglas (de proposición y formación) que le otorgan significado a una proposición. ¿La evaluación se soporta en estas reglas o se imponen las reglas del evaluador ceñidas a sus límites cognitivos a su dominio del lenguaje?

Según Wittgenstein (en Albano 2006), la comprensión es un estado mental, caracterizado por un proceso hipotético. Esto deriva que la comprensión no puede ser explicada en arreglo a mecanismos cognitivos, aunque los comprometa, sino a través de mecanismos lingüísticos ligados a las competencias del hablante y de sus actuaciones.

Al hablarse de la comprensión debe comprometerse la totalidad. El concepto de totalidad juega un papel fundamental en el proceso de leer y comprender y en este mismo orden y de modo simultáneo acaece la construcción de sentido y significado.

Al tiempo en que la comprensión abarca la totalidad, la interpretación descompone el grueso del texto en operaciones mínimas de lectura a las que se aplican unas marcas semánticas. En consecuencia, al interpretar se crean nuevas cadenas oracionales y proposicionales. La interpretación es un nivel mayor al que no se llega sin la comprensión.

Para interpretar deben darse unas condiciones previas del lector, deben existir unas lecturas, conocimientos, contenidos y significados anteriores que lo soporten, consoliden y fundamente el análisis, la crítica del texto y en su mejor sentido, del discurso (texto+contexto). Pero ante todo, se ha de otorgar relevancia a las técnicas de uso de las palabras.

“…para entender un término ( y el concepto que está detrás de él como carga conceptual suya depositada por su uso), lo mismo que para entender el significado (que supuestamente está aún más allá soportándolos a ambos: término y concepto), para entender una palabra, en suma, hay que acudir siempre a una técnica de uso (en un juego y en una forma de vida)”. (Albano, p. 137)

El conocimiento del lenguaje, el bagaje intelectual, el inventario de archivos antiguos, por así llamarlos, suman puntos al momento de comprender e interpretar, sin ellos se llega a la meta en una expresión mínima y reducida de lo que pueda extraerse del texto o documento sujeto de lectura, objeto de revisión e investigación.

Pretender que el otro comprenda e interprete en razón de fórmulas particulares puede redundar en sacrificios inútiles. Al no existir un equilibrio entre mis contenidos cognitivos y los de aquel o entre mis referentes, mi manejo de la lengua y los del otro. También puede surtirse el efecto contrario; limitar la interpretación de aquel o aquellos a mis horizontes cognitivos, lingüísticos, mis escasas capacidades comprensivas.

No obstante, por mucho o poco que se quiera, pueda o deba comprender e interpretar, el texto mismo exige de acciones imbricadas a la escritura y la orientación que el lector le imprima. Es decir, a manera de ejemplo, la obra de arte está expuesta a la contemplación del público y al ser un “producto interminado” o no concluido, en el manifiesto de que el observador mediante su interpretación y juicio crítico lo somete a miradas y reconstrucciones derivando múltiples variaciones de sentido y significaciones, no así, aún se ignore la interpretación de su creador, ha de omitirse el camino trazado; punto de partida de cualquier lectura.

El texto me fue dado hasta un punto en el camino y puedo fracturarlo en razón de mis propias competencias, destrezas, habilidades y aprendizajes.Sin ellas posiblemente no podría recorrer el camino más allá del punto que me fue dado o menos aún. Asimismo la comprensión e interpretación.

Nadie puede llegar a comprender e interpretar algo si sus posibilidades no se lo permiten. La teoría de la recepción o estética de la recepción impele a la lucha frontal del conocimiento más allá de la interpretación literal; la imposición de unos cánones críticos que pueden superar los estimados por el escritor. De ninguna manera el desarrollo intelectual supeditado a lo escolar o la edad marcarían líneas de longitud para reconocer al lector hábil. Es la edad intelectual y el desarrollo linguocomunicativo lo que agregará valor al proceso lector.

El déficit de comprensión no es producto o fuente de una disminución cognoscitiva, sino la imposibilidad de reconocer las marcas semánticas ya efectuada en la totalidad discursiva.

No debe desconocerse que la informática y la multimedia así como el cine y la fotografía han descubierto nuevos métodos de exploración formal y espacios semánticos diferentes y éstos se convierten en propiciadores de la comprensión y la interpretación, de alguna manera. Allí el poder de la semiótica: acercar las técnicas de uso de las palabras.

En conclusión. La comprensión es una operación lógica. Cuándo se comprende: Cuando se articula el signo con el carácter lógico de la comprensión. Quién comprende: el “actor” o agente realizador de las operaciones de habla. Qué se comprende: los cuerpos de significado. Por qué se comprende: por el principio de eficacia y las reglas de uso del lenguaje. Dónde se comprende: en el proceso mismo del habla. La frontera de la comprensión es de naturaleza lógica.

sábado, 21 de mayo de 2011

CUENTO


*CON LA LLEGADA DE ADRIAN
Por: Betsy Barros Núñez

1

En casa, somos tres: Papá, Mamá y Yo.

Cuando llego de la escuela con Mamá hacemos tareas y retozamos en el sofá. Papá cada viernes me lleva al parque; jugamos fútbol y sacamos a Morelos, mi mascota, a correr un poco.

Mi casa es grande, con ventanas amplias y un hermoso jardín en la entrada. Tiene cuatro habitaciones, porque seguido vienen los abuelos y los tíos a visitarnos.

Mi habitación tiene móviles, como de niña chiquita, pero me gustan porque suenan con la brisa que se cuela por la ventana y además son estrellitas y lunas y soles semejando el firmamento.

2

Ese día, Mamá llegó sonriendo como nunca antes. Se tocaba el vientre y me miraba de reojo con esa mirada desbordada de cariño que tanto me gusta.

Preparó la cena con esmero y canturreaba todo el tiempo. Papá arribó después de las 6:00 p.m., estacionó la moto en la terraza y al entrar me levantó en brazos como siempre frotando su nariz con la mía. Me depositó en el suelo dándome una suave nalgada y se dirigió al baño a lavarse las manos. Mamá anunció la cena.

La mesa estaba dispuesta con flores, la vajilla nueva, el mantel y los cubiertos que solo ponen cuando llega alguien especial.

Lentamente, Mamá sirvió la cena, como si quisiera que las horas no se fueran. Papá moría de curiosidad por saber de qué se trataba aquello. Ella, anticipó, “era una sorpresa”.

Mamá se ocupó de servir y atendernos, jugando con las ansias de Papá, y también las mías, por qué no decirlo.

Papá no aguantó más y la urgió a hablar, Me guiñó el ojo y juntos pedimos: “Que lo diga, que lo diga”

-ya, ya, ya, dijo, riendo desesperada

Mamá descubrió entonces, la sorpresa. Un niño venía en camino. Papá la cargó dando vueltas con ella en un baile maravilloso.

Yo, experimenté sensaciones encontradas: temor y alegría al mismo tiempo. Aunque quería un hermano o hermana menor, pensar que mis Papás cambiarían conmigo, me llenó de temor.

Superado el momento, la alegría inundó mi corazón.

Papá y Mamá me abrazaron fuerte, como si hubieran comprendido mis temores. Entonces, entendí que nada podría cambiar.

A la mañana siguiente llegaron los abuelos y tíos.

Mi abuela Rossie, detestaba que la llamaran “abuela”, era muy joven para eso, decía. La llamaba “abue”. Era lo más cercano a esa palabra.

Mi abuela Teo, al contrario, lo exigía.

Pedro, Juan y Josefina, mis tíos maternos y Leo y Johan, mis tíos Paternos, eran chéveres conmigo. Me sacaban de la cama a caballito, iban hasta el autobús escolar y con amplias sonrisas me despedían.

En casa todo era alegría. Cuando regresé de clases preparaban una gran fiesta. Ese viernes Papá y Yo no fuimos al parque, Me dejaron jugar hasta tarde con mis amigos del vecindario.

3

La normalidad regresó a nuestro hogar. Nuevamente, Papá, Mamá y Yo.

El lunes temprano mis Papás fueron al ginecólogo. La ecografía decía, sería niño. En tercera dimensión se veía claritico la figura de un niño de 4 meses.

Aunque Mamá quería una niña, Papá con su felicidad desbordada la hizo dejar atrás su desilusión. Se llamará Adrian, anunció orgulloso del varón que venía en camino.

4

El vientre de Mamá crecía y crecía. Ya no podía doblarse para amarrar sus zapatos cuando salía a caminar por las mañanas con Morelos.

Era mi tarea favorita, anudar sus cordones. A los pies de Mamá soy su pequeña “Pitufo”, así me llama, y ella para mi, una gigante, mi héroe, un ídolo.

Mientras anudo sus cordones ella masajea mis cabellos tiernamente y luego me da un sonoro beso en la frente.

La casa entera, huele a ella. Al perfume de jazmines que se riega en todo el cuerpo.

Papá no se resiste a sus encantos y la llama su “gorda bella”. Besa a Adrian (en el vientre de ella) y le habla como si él pudiera oírle.

5

Mis abuelos y mis tíos, regresaron. Se aproximaban los días del parto.

Mamá permanece sentada en el butacón y mi “abue” Rossie se encarga de la casa.

Papá se paseaba nervioso desde hacía dos días.

Los abuelos dispusieron lo del bebé y el maletín reposaba en la alacena. Mi abuela Teo dijo que “para prever inconvenientes y carreras”.

A cada contracción de Mamá, Papá saltaba nervioso y corría hasta el auto del abuelo Emilio, quien lo reprendía sin cesar.

Mis tíos y tías llenaron la casa de regalos, los amigos de papá, los vecinos y las amigas de mamá no dejaban de llamar y enviar obsequios. El mundo gira en torno al nacimiento de Adrian.

Aunque la familia opina sobre cuál nombre ha de llevar el niño, papá seguro y convencido dijo que “Adrian”.

-Yo soy el padre, afirma. “Aquel que viene del mar”. Es lo más cercano a Moisés. Termina diciendo

-Siendo así, no lo discuto, dice la abuela Teo, que es religiosa en extremo y mi abuelo Jorge mueve la cabeza en señal de aceptación.

6

El reloj marcó las 12:30 p.m. del 25 de Marzo de 1999. Los gritos me hicieron saltar de la cama. Morelos ladraba inquieto ante tanta algarabía. Era la hora esperada.

Papá, Mamá y los abuelos salieron para la clínica.

Mis Tíos y Yo, permanecimos en vilo. Johan narró historias de espanto, Josefina, me hacía cosquillas cuando me ponía en extremo nerviosa y Juan, con sus payasadas me hacía reír hasta orinar los pantalones.

7

Papá regresó con Adrian en brazos, pero Mamá nunca volvió.

Papá dice que Dios la llevó al paraíso, y Yo sé que el paraíso existe, porque habito en él (eso sueño cada noche). Mi casa es un jardín y Mamá, una rosa, que cuando quiero acercarme a oler desaparece. Entonces, veo el rostro de Adrian y oigo la voz de mamá que dice: todo seguirá igual.

Adrian, con sus ojos verdes es su vivo retrato. Ahora tiene 4 años y cuando llega de la escuela retozamos en el sofá.

8

En casa somos tres: Papá, Adrian y Yo. Bueno, y Morelos, que ya está viejo. Y toda ella huele a jazmines.




BETSY BARROS NÚÑEZ
Poeta, narradora y ensayista de la Guajira
IV lugar Poesìa, ediciones embalaje del Museo Rayo (2005)
*Finalista Concurso nacional de cuento infantil Comfamiliar del Atlàntico 2010-2011


LA MODA: UN RITUAL DE LOS PROCESOS DE IDENTIDAD CULTURAL

Por: Betsy Barros Núñez

Riohacha-La Guajira

Ante las constantes críticas y burlas a que es sometido el “costeño” o “corroncho”, como peyorativamente le llaman los interioranos, el hombre de la costa busca, al parecer, la forma de desmentir estos preconceptos asimilando poses, modas y estilos de aquellos, quizá en cóncavo reflejo de una imagen aceptable frente a los otros. No es absurdo observar comparable comportamiento en los contrarios. Este es un mero ejemplo de una realidad generalizada.

La forma de vestir, la música que se escucha, por ejemplo, son variables culturales que denotan y connotan a los pueblos en el concepto mínimo antropológico de Cultura. Una visión mayor apunta al pensamiento comofactor relevante. Y es en él donde se cimenta el valor de uso y significado, el valor nominal y real de la cultura. De los valores culturales propios.

¿En qué se piensa, entonces, cuando se necesita del consentimiento,aceptación, la aprobación de otro u otros para sentirse a gusto con uno mismo, adquirir un aire citadino, no ser ajeno a la moda o la uniformidad de ésta?, ¿se reconoce a menos el que precisa la aprobación del otro o requiere validar líneas de similitud para ser parte de un centro o circulo?

¿Si la aculturación entraña el olvido propio por la asunción de valores ajenos, la culturación la elevación de valores propios o ajenos de más peso que los míos, la transculturación una suma entre los valores cedidos y los adquiridos. Qué tanto conocemos de una cultura cuando asumimos algunos hechos culturales como autóctonos, qué valor de uso y significado, qué valor nominal guarda la cultura o lo cultural para los emisores y receptores de la misma?

¿Lo ropa que visto, la música que escucho me otorgan identidad o simplemente me identifican en un espacio de moda?. ¿Podría hablarse de transculturación sin haber raíz de conocimiento de lo que constituye el hecho cultural de una y otra parte?, en una sociedad polimorfa, es valedero.Todo es cultura. A su vez la cultura es un árbol sin raíz. El hombre y la mujer actual lo disfrutan todo sin ahondar o preocuparse de sus raíces, manifiesta el pensamiento Rousseautico.

Las culturas Antioqueña y Sinuana, por ejemplo, han comenzado a permear los valores culturales costeños. En Riohacha una localidad que alcanza los 32oC las mujeres visten de bufanda y botas altas de cuero. Los hombres de poncho y sombrero Cordobés. El automotor que les agrega valor; la motocicleta. ¿La multiculturalidad tendrá algo que ver en esta usanza?, ¿será secuela de los procesos migratorios?, ¿el reino de la moda, lo pasajero, el imperio de lo efímero, podría ser la causa?, ¿La actual sociedad es resultado de una renovada producción simbólica de carácter polisémico?.Según, José Antonio Mcgregor “cuando nos referimos al carácter polisémico de la producción simbólica de un grupo social, reconocemos la capacidad de cualquier colectividad humana, de abstraer su mundo material y espiritual para sintetizarlo en símbolos cuya significación puede variar de acuerdo a su utilidad concreta, para dar cohesión y unidad a un grupo, aunque para otros grupos sociales o individuos de otros grupos, la significación sea diferente” (políticas culturales y formación de promotores y gestores para el desarrollo cultural autogestivo, México)

¿Qué nos comunicaran los individuos de la actual sociedad? ¿Que la cultura es tan evolutiva y cambiante que se inventa o reinventa permanentemente?. No reconocen elementos ajenos las visiones culturales de hoy. La moda como sujeto cultural los rompe y une. Entreteje sus singulares formas de hacer la cultura, de constituir prácticas cotidianas. Y es aquí donde se construye la identidad.

Siguiendo el hilo de Mcgregor, “los símbolos tienen la cualidad de crear la unidad en la diversidad, de permitir a un individuo que desarrolle su creatividad y sensibilidad para producir y reproducir la experiencia colectiva que él sintetiza: el grupo se enriquece de la producción y reproducción simbólica de sus individuos, y al mismo tiempo, cada individuo se enriquece del acervo simbólico colectivo, llevando en su interior, el “sello” que lo hace parte del grupo”.

Tal parece, no debiera hablarse en este sentido de Culturas, sino de subculturas para una cultura que las asume a todas con un punto de intersección donde confluir.

La moda, entonces, a través de sus variadas formas, se convierte en un ritual donde diversos grupos fortalecen sus procesos de identidad y trasmisión de ideología.

imagen 2014

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2014

GALERIA DE DIBUJOS

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