COMPRESIÓN E INTERPRETACIÓN: UN JUEGO DEL LENGUAJE
Por: Betsy Barros Núñez
Si se parte de
la premisa que “Leer bien es comprender lo leído”,en qué momento
se suceden evidencias de lo comprendido, cuándo se entiende, cuándo se
interpreta. O qué se entiende, sobre qué, qué es lo que se interpreta.
Hay una tendencia enfática a evaluar la comprensión
lectora y siempre en la medida del texto mismo, de sus implicitudes o valor
explícito. La comprensión demanda un poder de uso. La comprensión es utilitaria,
en cierto sentido, al solicitar del lector ser apto para generar otros
saberes.“Comprender es poder usar, poder “servirse de”, o bien efectuar la
actuación o comportamiento lingüístico distintivo” (ALBANO, Sergio;
Wittgenstein y el lenguaje, 2006, P. 79). La comprensión, luego, se
extiende más allá de lo que se dice en la lectura, su valor radica en saber
usar las palabras, darles significado y sentido a lo leído o escuchado.
¿Se puede enseñar a comprender?, ¿cómo transferir o facilitar el conocimiento?,
¿cuáles son los enlaces requeridos, las cadenas de mando, las instrucciones a
seguir para ello? El juego del lenguaje está sujeto a reglas
(de proposición y formación) que le otorgan significado a una proposición.
¿La evaluación se soporta en estas reglas o se imponen las reglas del evaluador
ceñidas a sus límites cognitivos a su dominio del lenguaje?
Según Wittgenstein (en Albano 2006), la comprensión es
un estado mental, caracterizado por un proceso hipotético. Esto deriva que
la comprensión no puede ser explicada en arreglo a mecanismos cognitivos,
aunque los comprometa, sino a través de mecanismos lingüísticos ligados a las
competencias del hablante y de sus actuaciones.
Al hablarse de la comprensión debe comprometerse la totalidad. El
concepto de totalidad juega un papel fundamental en el proceso de leer y
comprender y en este mismo orden y de modo simultáneo acaece la construcción de
sentido y sign ificado.
Al tiempo en que la comprensión abarca la totalidad, la interpretación
descompone el grueso del texto en operaciones mínimas de lectura a las que se
aplican unas marcas semánticas. En consecuencia, al interpretar se crean nuevas
cadenas oracionales y proposicionales. La interpretación es un nivel mayor
al que no se llega sin la comprensión.
Para interpretar deben darse unas condiciones previas del lector, deben
existir unas lecturas, conocimientos, contenidos y significados anteriores que
lo soporten, consoliden y fundamente el análisis, la crítica del texto y
en su mejor sentido, del discurso (texto+contexto). Pero ante
todo, se ha de otorgar relevancia a las técnicas de uso de las palabras.
“…para entender un término ( y el concepto que está detrás de élcomo carga conceptual
suya depositada por su uso), lo mismo que para entender el significado (que
supuestamente está aún más allá soportándolos a ambos: término y concepto),
para entender una palabra, en suma, hay que acudir siempre a una técnica de uso
(en un juego y en una forma de vida)”. (Albano, p. 137)
El conocimiento
del lenguaje, el bagaje intelectual, el inventario de archivos antiguos, por
así llamarlos, suman puntos al momento de comprender e interpretar, sin ellos
se llega a la meta en una expresión mínima y reducida de lo que pueda extraerse
del texto o documento sujeto de lectura, objeto de revisión e investigación.
Pretender que el
otro comprenda e intérprete en razón de fórmulas particulares puede redundar en
sacrificios inútiles. Al no existir un equilibrio entre mis contenidos
cognitivos y los de aquel o entre mis referentes, mi manejo de la lengua y los
del otro. También puede surtirse el efecto contrario; limitar la
interpretación de aquel o aquellos a mis horizontes cognitivos, lingüísticos,
mis escasas capacidades comprensivas.
No obstante, por mucho o poco que se quiera, pueda o deba comprender e
interpretar, el texto mismo exige de acciones imbricadas a la escritura y la
orientación que el lector le imprima. Es decir, a manera de ejemplo, la
obra de arte está expuesta a la contemplación del público y al ser un “producto
interminado” o no concluido, en el manifiesto de que el observador mediante
su interpretación y juicio crítico lo somete a miradas y reconstrucciones derivando
múltiples variaciones de sentido y significaciones, no así, aún se ignore la
interpretación de su creador, ha de omitirse el camino trazado; punto de
partida de cualquier lectura.
El texto me fue dado hasta un punto en el camino y puedo fracturarlo en
razón de mis propias competencias, destrezas, habilidades y aprendizajes. Sin
ellas posiblemente no podría recorrer el camino más allá del punto que me fue dado o
menos aún. Asimismo la comprensión e interpretación.
Nadie puede llegar a comprender e interpretar algo si
sus posibilidades no se lo permiten. La teoría de la recepción o estética
de la recepción impele a la lucha frontal del conocimiento más allá de la
interpretación literal; la imposición de unos cánones críticos que pueden
superar los estimados por el escritor. De ninguna manera el desarrollo
intelectual supeditado a lo escolar o la edad marcarían líneas de longitud para
reconocer al lector hábil. Es la edad intelectual y el desarrollo
linguocomunicativo lo que agregará valor al proceso lector.
El déficit de comprensión no es producto o fuente de una disminución
cognoscitiva, sino la imposibilidad de reconocer las marcas semánticas ya
efectuada en la totalidad discursiva.
No debe desco nocerse que la informática y
la multimedia así como el cine y la fotografía han descubierto nuevos métodos
de exploración formal y espacios semánticos diferentes y éstos se convierten en
propiciadores de la comprensión y la interpretación, de alguna manera. Allí el poder
de la semiótica: acercar las téc nicas de uso de las palabras.
En conclusión. La comprensión es una operación lógica. Cuándo se
comprende: Cuando se articula el signo con el carácter lógico de la
comprensión. Quién comprende: el “actor” o agente realizador de las
operaciones de habla. Qué se comprende: los cuerpos de significad o. Por qué se comprende: por el principio de eficacia y
las reglas de uso del lenguaje. Dónde se comprende: en el proceso mismo
del habla.
La frontera de la comprensión es de
naturaleza lógica.