domingo, 4 de julio de 2010

ENTREVISTA

Betsy Barros Núñez: "Mi poesía surge de los días que soy otra"

Por Rubén Darío Otálvaro Sepúlveda*

Tomado del Meridiano de Córdoba-Cultural-



Betsy Barros Núnez, Guajira (1963) es una poeta y gestora cultural de Riohacha.
Ha publicado Vivir de ensueños (poesía popular), La Guajira en versos (tradición y cultura Guajira). Coautora de los libros Los hijos del pez (poemario) editado por la Universidad de la Guajira, Palabra y residencia (poesía y narrativa) editado por la Alcaldía de Riohacha y Compiladora de las memorias del Festival de Poesía Alternativa 2008 y 2009.
Ha participado en recitales en Riohacha, Santa Marta, Aracataca, Barranquilla, Bogotá, Cereté, Roldanillo y Caracas. Desde junio del 2005 dirige la Fundación Atrapasueños, el Festival de Poesía Alternativa y el periódico cultural Poesía Viva. Tiene inéditos los poemarios El último vals y otras circunstancias, Imaginarios y De los días que soy otra.


¿Qué es la poesía?
"Un diálogo íntimo, con el otro, con los otros. Un suspiro, un respiro. Una llama. 'Una llamita al viento…, a la espera que el viento la apague'".


Se afirma que la poesía es tarea de muchos pero oficio de pocos...
"Sí. Son pocos los mejores y muchos los que no lo son. Un genio nace cada cierto tiempo, no se encuentra en el puesto de revista de un supermercado. O puede que sí. Tal vez esté leyendo o leyéndose".


¿Para qué o por qué usted lee y escribe poesía?
"Se lee y se escribe: actos complementarios. Leo y escribo para el desbarrancadero de la poética del otro y los otros, para deconstruirme".


Los lectores son cada vez más escasos. ¿Qué sentido, entonces, tiene para usted escribir poesía?
"Vivir, proponer, sentir, ser, hacer. Todos estos sentidos. Yo no diría que los lectores son escasos. También se lee cuando se escucha. También se lee cuando se observa. Son escasos los lectores de libros y hasta esto podría rebatirse. En todo caso remitiéndose al negocio de edición y comercialización, así, como se promociona el cuento y la novela, ¿por qué no la poesía? Seguro mejoran las ventas".


¿Cómo, cuándo, dónde escribe usted?
"Ahora, directamente en el computador, pero también en cualquier espacio de tormento del poema, él escoge su propia silla eléctrica, su cadalso y su fuente de energía cuando el parto es normal y tranquilo".


¿De dónde proviene la poesía?
"Del existir. Sin ese tormento no se reconocería la poesía en la vida y la muerte".


¿De qué influencias es usted consciente?
"De Becker, Machado, Borges, Barba, Roca y de otras lecturas no poéticas pero implícitas: Foucauld, Rousseau, Jean Cohen, Josu Landa, Eagleton"…


Borges dice que la literatura es el recuerdo y el olvido de lo que hemos leído y vivido. ¿Cuáles son las fuentes o la materia de su escritura poética?
"El tiempo, el silencio, la vida y la muerte, la rutina, el cansancio, los días en que soy otra, el último vals y sus otras circunstancias…"


¿Podríamos hablar de una poesía de la mujer?
"Rechazo la ubicación de género. Poesía es poesía y punto. Dentro o fuera del poema".


Todo poeta tiene una estética y una ética a la que instintiva o conscientemente obedece. ¿Cuáles son las suyas?
"Creo que fue Gaitán Durán quien dijo que 'todo edificio estético descansa en unas bases éticas'. La ética está sujeta a la focalización y la mirada se hace 'moral'".


¿Considera usted que la poesía debe sólo aspirar a dar testimonio de la íntima verdad anecdótica del poeta o también de la realidad histórico-cultural que la origina?
"El poeta ha de ser él y sus circunstancias. Él y las circunstancias, que en últimas construyen lo cultural y relevan lo artístico, lo creativo".


Un poema para citar.
"Unción de tiempo
'Alguien llamará/ entre hendijas de silencios/ (gota de luz ante el vacío)/ Llamará a recoger nuestras miserias/ (precipitada unción de tiempo)/ Alguien llamará/ Y no seremos más/ el soplo verde que disipe la mañana".

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*Escritor cordobés. Magíster en Literatura. Profesor-investigador de la Universidad de Córdoba. Esta entrevista forma parte del proyecto de investigación Ellas escriben en el Caribe.

sábado, 3 de julio de 2010

DEL ÚLTIMO VALS Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS DE LA EDITORIAL ATRAPASUEÑOS

SOLAR DE HUMEDADES

Todos los patios tienen en común

la decadencia del pasado

el derruido emporio de los templos

y la contemplación de los viajeros

Asaltan sus asombros

plegados de cicatrices

señales y secretos.

Siempre habrá un solar

de humedades

surcando la historia de un árbol.

País. Ciudad. Vientre.

Cabe tanto en la cabeza de un alfiler

como en un patio.


PREÁMBULO PARA UNA QUEMA DE BRUJAS

Las madres todas son brujas.

Meten las manos al fuego

sin perder los dedos

y apagan un tizón ardiendo

con la sed de sus lágrimas

Hechiceras de rosa y látigo

Bailarinas de profundos silencios

Todas son brujas

Brujas de raíces de agua

Libadoras de sombras

Todas sin excepción

Morirían en la hoguera.

CON LOS OJOS CERRADOS

Recordando a Miguel Ángel Asturias,

en “El hombre que lo tenía todo todo todo”

Hay un placer inasible

en contemplarlo todo

en cerrar los ojos

y sentirse poseedor

de cualquier cosa

Hay un placer casi morboso

en la mirada deseosa de caricias

de paisajes y visiones y…

Y el reloj da cuenta

de que todo pasa:

el tiempo, el río y la mirada.

Sin más valor que el tiempo,

el río y la mirada misma

Hay lujuria contenida

en cada cosa

que tu ojo atrapa y desea y posee

y vuelve suya sin ser

Cuánta mentira en todo aquello

Cuánto de aquello en toda mentira

que el ojo vislumbra

y suelta sin decir más

…en el placer inasible

en el morbo

en la lujuria

de mirarlo todo

con los ojos cerrados.


APRENDIZ DE VUELO

Pájaro en flor

Alas abiertas y la cabeza arriba

Mantenerse en vilo

Descender

-Insomne pájaro de vuelo en tierra-

Flor que muere al sueño

Pájaro

Aprendiz de vuelo



COMENTARIOS DE LECTURA AL POEMARIO "EL ÚLTIMO VALS Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS"



EL ÚLTIMO VALS Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS

O

LA EVANESCENCIA DEL TIEMPO



Paul Éluard dijo: “La creación se da cuando coincide la circunstancia exterior con la circunstancias del corazón”. ¿Cuáles eventualidades se ajustan a las circunstancias poéticas de Betsy Barros Núñez? Ella es la única poseedora de la respuesta. Nosotros, como lectores y lectoras de su nuevo poemario “EL ÚLTIMO VALS Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS”, sólo podemos asomarnos a presentidas inquietudes, a siluetas de barcos ebrios como palabras, a contornos semejantes a nuestras propias preguntas, porque los seres humanos somos la repetición de una idea divina. Y estos acercamientos pueden resultar errados o tal vez certeros, porque al fin y al cabo, son simples interpretaciones.

Lo primero que nos llama la atención al leer con mucho interés El Último vals y otras circunstancias, es la simplicidad connotativa del título; evocador de una delicada urdimbre de impulsos y constantes: la música de la poesía, la felicidad de un instante, el final de una ilusión; pero sobre todo, la aflicción del tiempo. “Se acabó la fiesta” dijo una mujer de mi pueblo cuando sintió el pálpito de la muerte, asumiendo que la vida es la celebración de unos privilegios invaluables, pero también, una conmemoración permanente del tiempo inasible. Así se siente en los poemas de este libro de Betsy, ese tiempo evanescente “Hilo azul, sal y agua, instante de luz, noche desvanecida”; que sin embargo, permite ver las aristas incisivas de la realidad, porque “todo lo que sube, baja” aunque no se abandone a la esperanza de “nacer de nuevo, pájara indiferente”. Este tiempo del que hablamos, se vuelve aire fugitivo entre los intersticios de estos versos, como silencio que aliado con las palabras, nos muestra la doble condición humana de paciencia y agitada expectación, “el sueño colectivo”, el rostro del ser contemporáneo, solo y múltiple.

También la muerte, esa mansa fatalidad que a todos nos cobija con su destino de final conocido, es señalada muchas veces por la poeta, con sutil y casi amable diferencia… la vida que es tiempo, y la muerte, final del mismo: dos temas eternos y universales, tomados de la mano en estas páginas de Betsy.

Y dentro del tiempo que es “metáfora de realidades”, se puede ver la misma realidad que se aglomera en sirenas de fin de año, voces de plaza de mercado, aromas de calles, patios y solares, brisa salobre del mar guajiro y casas y madres y muros y espejos y… un vals.

Los seres, lugares y circunstancias nombrados en este libro, no conforman el estereotipo colorido de nuestro Caribe, sino que trazan un paisaje más profundo, proyección del dinamismo íntimo de la poeta, la cual hace del exterior, el marco para los hallazgos y confrontaciones del espíritu. Encontramos así, bellas imágenes que ruedan libres sobre la playa del papel: el mar como “cielo interno y lágrimas”, un atardecer “se repliega en las pavesas de un incendio sofocado”, “un abismo de sal hace espumas el silencio”, “Una melodía de penumbras y lentas luciérnagas susurran los vagos secretos…” Cosmología particular que ofrece al lector, la intranquila y enriquecedora noción del arraigo, el jardín de cotidianidades que van construyendo las circunstancias del corazón que mencionaba Éluard.

Por otro lado, esos hilos invisibles que recorren los poemas de este libro, están sostenidos en la arquitectura de un lenguaje preciso y despojado de excesos retóricos. Silvia Adela Kohan decía: “La poesía depende de la concentración imaginativa del lenguaje”. Es decir, en la condensación de las palabras se apela a un detalle, se sugiere un mundo. Así, con imágenes y símbolos muy bien determinados, se va formulando la visión personal, la posición intelectual y sensible de esta poeta guajira: Betsy Barros Núñez, gestora incansable, importante figura de la cultura guajira y practicante “del más visceral de los embrujos”: la literatura, según frase de la poeta Lya Sierra.


Recibimos este poemario con alegría y agradecimiento y celebramos que Betsy siga apostando lo mejor de sí, a la esencia de la creación, a la misteriosa palabra.

Nora Carbonell

Riohacha, Marzo 5 de 2010


LOS MOMENTOS DEL POEMA


Quiero saludar con entusiasmo los versos de EL ULTIMO VALS Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS como un libro que mira como si fuera la primera vez las cosas de la vida.

Es un libro construido con eficacia. Tanto que una segunda lectura imprescindible hecha al revés constata las sospechas que nacieron al calor de la primera. Me explico. Desde la primera frase del poemario entendemos que la noche y el mar son el entorno o "circunstancia" que "como calle infinita" recorre el texto. El follaje del libro es la noche-vida y la vida-calle, tal como queda dicho en VALS. Entendemos que la propuesta de la poeta no es otra sino la de que como en la plaza de un mercado, en cualquier parte del mundo, sea París o Barranquilla, todo cabe. Cito: "Cabe tanto en la cabeza de un alfiler como en un patio."

La lectura virgen va desde MOMENTOS hasta APRENDIZ DE VUELO. De un sólo tirón. Pero luego nos toca regresar, volver (SIN REVERSA) deteniéndonos apenas lo necesario en cada esquina o momento del texto a releer CON LOS OJOS CERRADOS, con placer, morbo, con "lujuria contenida", poemas muy puntuales como son p.e. SE ME CAYÓ LA CASA, INUNDACIÓN NOSTÁLGICA, PISADAS, CASA DE LA MEMORIA, AL DECIR DE MI MADRE, PREAMBULO PARA UNA QUEMA DE BRUJAS.

Pero es en MOMENTOS y en APRENDIZ DE VUELO donde nos quedamos mudos, sin aliento. Ellos sostienen - no lo dudo - el poemario. El primero explica el título al libro de Betsy Barros Núñez. Y el segundo, APRENDIZ DE VUELO, es la descripción del trabajo poético, riesgoso, donde cada palabra nos precipita peligrosamente al filo del abismo. Trabajo y texto como este en el cual se nos revela una vez más que hacer poesía o escribir poemas es empeñarse en volver a las raíces, con nobleza, con verdad, con intimidad.

Benjamín Ramón

Poeta de Panamá


DE LA CASA QUE SE CAE…

DE LA CASA QUE SE REINVENTA.


La poética de Betsy Barros Núñez está construida a pulso, de a poco. Es una casa que se ha ido edificando con el tiempo, que se ha ido robusteciendo con el paso de las horas; Consciente de su quehacer literario, Betsy empuña el taladro, el cincel, las vigas y el cemento. Lleva en sus manos el fuego constructor. Su casa poética no es una casa cualquiera. No es sólo la casa que nos abriga del frío. Es una hermosa estructura puesta en medio de un desierto literario. Y cuando hablo de desierto, no sólo me refiero a su lugar de enunciación: La Guajira (donde hallamos ciertas zonas áridas), sino también al desierto creativo que se vive en el país.

En uno de sus textos, aparece la siguiente poetización:

Se me cayó la casa /Encima/ Como un chorro de agua/ Sin más sonido que el de la caída/ Sin más anuncio/ que el presagio mismo/ misma piedra/ que incomoda el sueño.

En su búsqueda hallamos esas constantes: el desplome de una arquitectura, el desmoronamiento de los tiempos pretéritos y futuros, la caída de un organismo:

Si hay un lugar para la feliz estancia/ es el hostal que llamamos cuerpo:/ cementerio de voces y misterios./ Cuántos muertos habitarán en él/ Cuántas muertes de sucesos impensables/ El cuerpo:/ Sarcófago fiel de todas las maldades.

Pero, ¿por qué insiste Barros Núñez en estas afirmaciones? ¿Es consciente de los tiempos aciagos que vive el poeta, de la desolación que lo acompaña? ¿Este desasosiego es sólo hacia el artista, sólo hacia los seres desnudos? Su poesía nos muestra que tiene razones de sobra, que posee una extraña constancia que certifica los caminos laberínticos del hombre contemporáneo; parece que todo es obscuro para los seres de estas latitudes; éxodo permanente que nos sume en la aridez absoluta:

Alguien llamará/ entre hendijas de silencios/ (gota de luz ante el vacío)/ Llamará a recoger nuestras miserias/ (precipitada unción de tiempo)/ Alguien llamará/ Y no seremos más/ el soplo verde que disipe la mañana

No obstante, a través de este libro, vemos que esa casa (el cuerpo) se reinventa en la escritura, renace en el poema, y ese derrumbamiento de las vigas (la poesía), de la estructura (el tiempo y los espacios), se reinventa, se deconstruye y se vivifica. El poema renace con ella, queda el vigor de unas cenizas y un polvo creativo. Entonces todo se levanta, vuelve a la vida. Y ese es uno de los tantos misterios de la poesía. La poética, el estro poético lo salva y lo destruye todo. Sabemos que debe existir destrucción para que haya renacimiento. Y eso Betsy lo tiene claro, nos lo dice en cada uno de sus versos:

Siempre habrá una casa/ dónde disipar las sombras/ Casa de andanzas y antiguos cantos/ de velas encendidas/ e incendios sofocados/ Una casa de interiores amplios/ inusitados paisajes y momentos repetidos/ Casa refugio de tormentas/ Siempre habrá una casa de la memoria/ pegada a mis espaldas.

La poeta es consciente de ese lugar donde disipar las sombras, sabe de esa casa, acaso la casa de la memoria, de la especulación atávica de una casa de antiguos cantos, de la suma de factores que conducen a una infancia tranquila, lúcida, luminosa, lejos de ese sarcófago fiel de todas las maldades, como nos lo cuenta en uno de sus poemas.

Pero las búsquedas de Betsy no son tan sólo las búsquedas de ella como individuo, como mujer letrada. Sus angustias son angustias universales, colectivas. Su escritura apunta hacia la naturaleza de un ser ecuménico, comprometido con el cosmos y su equilibrio metafísico. Una poética con visión y cosmovisión. Poética de lo local y de lo universal. Betsy sabe que todo es equilibrio, correspondencia, unidad:

Caigo de noche en noche/ sin nada que detenga mi caída./ Ajena del aire/ caigo al asilo de las sombras/ La tierra reclama su distancia./ Difícil no entender/que todo lo que sube, baja.

De La casa que se cae… De La casa que se reinventa. Esas son las afirmaciones literarias más comunes en este libro.

El último vals y otras circunstancias, de Betsy Barros Núñez es un compendio de poemas que reinventan la vida: ciudad de los que viven, pueblo de los que mueren, comarca de aquellos que se esmeran en resucitar, que aún cuentan con su última redención.

El último vals…Es un libro de presencias rurales y urbanas, de inquietudes tangibles e intangibles, de ondulaciones físicas y metafísicas. Un libro que marca, sin lugar a dudas, un nuevo derrotero para su creadora:

Probablemente cambiaré de sitio. / La aldea que me corresponda no sabrá que existo. / Que existo bajo mi nombre. / Hora desconocida que me recupera. / Insegura, dúbita en plenitud/ como oleaje en sus profundidades/
entraré y cerraré la puerta. / He venido para quedarme.

Winston Morales Chavarro

Poeta.

Docente Universidad de Cartagena.



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