martes, 10 de febrero de 2009

PUBLICACIONES SUELTAS

LA MIERDA: UNA CUESTION METAFÍSICA

Por: Betsy Barros Núñez
Escritora de Riohacha-La Guajira

Disertar sobre la “mierda”, será asunto de pocos. Muchos serán, sin embargo, quienes la pregonen a diario, la sufran, huelan, nieguen, defiendan, renieguen y rechacen. Habrá para todos, pues de mierda, hablaremos. Mas, no por ello, hablaremos mierda. Eso espero. En fin, sólo a criterio de los lectores quedará tal opción.

Milan Kundera, en la Insoportable Levedad del Ser, Sexta Parte, hace alusión a la muerte del hijo de Stalin, Iakov, publicada en 1980 por el “Sunday Times”: “…Preso en un campo de concentración alemán durante la segunda guerra mundial, compartía su alojamiento con oficiales británicos. Tenían el retrete en común. El hijo de Stalin lo dejaba sucio. A los ingleses no les gustaba ver el retrete embadurnado de mierda, aunque fuera mierda del hijo de quien entonces era el hombre más poderoso del mundo. Se lo echaron en cara. Se ofendió. Volvieron a reprochárselo una y otra vez, le obligaron a que limpiase el retrete. Se enfadó, discutió con ellos, se puso a pelear. Finalmente solicitó una audiencia al comandante del campo. Quería que hiciese de Juez. Pero aquel engreído alemán se negó a hablar de mierda. El hijo de Stalin fue incapaz de soportar la humillación. Clamando al cielo terribles insultos rusos, echó a correr hacia las alambradas electrificadas que rodeaban el campo. Cayó sobre ellas. Su cuerpo, que ya nunca ensuciaría el retrete de los ingleses, quedó colgando de las alambradas” (p. 249).

A partir de esta narración el cuerpo de su discurso acerca de la “levedad del ser”, recae en la esencia metafísica y la esencia de ese algo físico; la mierda, producto del ente metafísico que es el hombre, confluyendo que éste (el hombre) no es responsable de ser mierda, comportarse como mierda o llevar o vivir una vida de mierda.

Prosigamos con Kundera: “…El hijo de Stalin dio su vida por la mierda. Pero morir por la mierda no es una muerte sin sentido. Los alemanes, que sacrificaban su vida para extender el territorio de su imperio hacia oriente, los rusos, que morían para que el poder de su patria llegase más lejos hacia occidente, ésos sí, ésos morían por una tontería y su muerte carece de sentido y de validez general. Por el contrario la muerte del hijo de Stalin fue, la única muerte metafísica”.

Luego, valida su propia historia: “Cuando yo era pequeño y hojeaba el Antiguo Testamento…veía ahí a Dios sobre una nube. Era un anciano, tenía ojos, nariz, una larga barba y yo me decía que, si tenía boca, debía comer. Y si come, también tenía que tener tripas. (…) Sin ningún tipo de preparación teológica, espontáneamente, comprendí desde niño la incompatibilidad entre la mierda y Dios, y de ahí, cuán dudosa resulta la tesis básica de la antropología cristiana según la cual el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Una de dos: o el hombre fue creado a semejanza de Dios y entonces Dios tiene tripas, o Dios no tiene tripas y entonces el hombre no se le parece” (p.251,252).

Lo de menos en esta cuestión es si Dios tiene o no tripas, sino la consideración de si somos o no menos o más mierda por parecernos a Dios o no. Cobra relevancia este punto y en él medir distancias entre lo moral y lo inmoral en el marco de un ideal estético. Ideal que en alemán se denomina Kitsch, en su original sentido: “negación absoluta de la mierda”, y en sentido figurado “todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable”.


Pues bien, puede ser materia de algún discurso la relación Dios-Hombre-mierda. Pero, para no ser “mandada a la mierda”, sigamos con el asunto. Vuelvo a Kundera: “La mierda es un problema teológico más complejo que el mal. Dios les dio a los hombres la libertad y por eso podemos suponer que al fin y al cabo no es responsable de los crímenes humanos. Pero el único responsable de la mierda es aquel que creó al hombre” (p.252).

Bueno, esto hay que masticarlo despacio. Rumiarlo, al decir de Nietzche. Que Dios sea o no el responsable de tanta mierda, puede que sí, puede que no. Cada cual a lo suyo. Cada cual con su Kitsch. Aún así, y por ello, no se disipará el olor.

Fácil sería limpiarse las manos y atribuirle a Dios el peso de tanta metafísica. Yo lo criticaría más por el “olor” que por el “favor”, ya que el primero, es el que denuncia al criminal, y aunque se borren las huellas la estela es lo que lo persigue (tal aplica al pecado, no obra el mal sino la culpa).

En consecuencia, el tema más que teológico, parece traducir un “problema” de tripas, es decir de esencia física; las habrá fuerte, débiles, tímidas, incontinentes, constipadas, abundantes, atrevidas y osadas. En razón de estas características el olor y por ende, el tipo de criminal. Que la sociedad estime la relación entre tripas y Kitsch, sino quedamos como al principio, cada quien con su culpa, si es que se tiene conciencia, o con sus “ideas”, como Iakov. En todo caso, no habría que dejar que una simple cuestión de “mierda” nos ponga frente a una alambrada eléctrica, un debate metafísico, o lo que es peor, frente a Dios.

Pero, algo me preocupa, ¿en una sociedad donde las corrientes políticas y sus influencias se limitan y eliminan mutuamente, podremos escapar a la inquisición del Kitsch, un individuo conservar sus peculiaridades un artista crear obras inesperadas? Kundera lo plantea desde su contexto, trasladado al nuestro, habría que seguir analizando esta compleja maraña de ideas, a ver si algún día dejamos de vivir entre tanta… ■

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